Daniel Barenboim.
Cuando asisto a un concierto me encanta observar a los músicos afinando. Los instrumentos se preparan para recibir al mas grande, al Director. Impecable entra en el escenario, con su levita y su batuta se hace el silencio...
Los músicos esperan la primera señal, y como por arte de magia el Director extrae la música que se va colando por todos los rincones del teatro...
En la fila 15 sentada en la butaca 8 cierro mis ojos y me dejo llevar por lo perfecto del sonido: Beethoven y su Leonora.
Barenboim habla con sus músicos y ellos con sus instrumentos, a través de sus gestos: a suaves , rígidos, excitantes y otras veces dejandolos sólos, como cuando nos retiramos del amante después de haberlo amado.
Hay algo más en todo este trabajo, que no es sólo completar una pieza. Se trata de unir culturas a través de la música, que no tiene fronteras. Israelies y palestinos juntos, sólo los diferencia sin son metales, cuerdas o viento.
LLega el momento final cuando Tchaikovsky y su Sinfonía Nº 6 Patetica se apoderan del Director, de los músicos y sus isntrumentos. Es entonces cuando Barenboim nos demuestra porque es uno de los mejores mas allá de la música. Es el mediador perfecto entre los eternos enemigos, con él no hay disputas, no hay guerras ni odios. Todo lo que sale del encuentro son obras perfectas que hacen honor a los grandes compositores que las escribieron. Este es el verdadero espíritu de la música: no tiene fronteras, ni dueños. Solo hay que cerrar los ojos, dejarse embriagar por su seducción y entender que somos parte de ella.
Los músicos esperan la primera señal, y como por arte de magia el Director extrae la música que se va colando por todos los rincones del teatro...
En la fila 15 sentada en la butaca 8 cierro mis ojos y me dejo llevar por lo perfecto del sonido: Beethoven y su Leonora.
Barenboim habla con sus músicos y ellos con sus instrumentos, a través de sus gestos: a suaves , rígidos, excitantes y otras veces dejandolos sólos, como cuando nos retiramos del amante después de haberlo amado.
Hay algo más en todo este trabajo, que no es sólo completar una pieza. Se trata de unir culturas a través de la música, que no tiene fronteras. Israelies y palestinos juntos, sólo los diferencia sin son metales, cuerdas o viento.
LLega el momento final cuando Tchaikovsky y su Sinfonía Nº 6 Patetica se apoderan del Director, de los músicos y sus isntrumentos. Es entonces cuando Barenboim nos demuestra porque es uno de los mejores mas allá de la música. Es el mediador perfecto entre los eternos enemigos, con él no hay disputas, no hay guerras ni odios. Todo lo que sale del encuentro son obras perfectas que hacen honor a los grandes compositores que las escribieron. Este es el verdadero espíritu de la música: no tiene fronteras, ni dueños. Solo hay que cerrar los ojos, dejarse embriagar por su seducción y entender que somos parte de ella.
posted by BeBa at
8:11 PM
3 Comments:
Hasta aquí nos llegó el aire a libertad y cultura.
Como decía Triana : "Abre la Puerta niña, que el día va a comenzar..."
Coño qué gitana estoy.Bebiiii rodeada de cuarentones no se está nada mal!!!!
Jajajajajajaja
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AnA, at 8:34 PM
El secreto para unir palestinos y judios es el mismo para unir cualquier raza: DINERO.
Seguro que los palestinos de Baremboin no corren tras los tanques con piedras en las manos. Si cada habitante de la tierra tuviese un sueldo como el de esa orquesta, se acabarian los males del planeta... Pero eso, querida Beba, es imposible
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Anônimo, at 6:13 PM
Que bien Ani.. me complace...
Alesinho: pensarás que soy una romántica pero no creo que lo único que motive a estos chicos sean los $$$. Los músicos dan mucho y reciben muy poco sobre todo los que no se escuchan en la radio ni en las grandes cadenas.
En cuanto al SR. Barenboim, si quisiera ser rico no sería Director de Orquesta, te lo aseguro.
En palabras de Zisek: seamos realistas, pidamos lo imposible.
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BeBa, at 9:17 PM
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