Cuando la realidad aprieta

Me miro al espejo y me gusta lo que veo, sana, vital eso si con una ferretería en la boca que hay que tener valor para besar.
Me miro al espejo y veo los años: 2 partos sin anestesia, un proyecto de emigrar con mi familia, una casa nueva, un gato que ya no está y el lado derecho de la cama vacio.
Me miro al espejo y veo: un trabajo donde recibo "ordenes" con contrato con fecha de caducidad, una oficina pequeña desmantelada esperando que los Suecos vengan a Málaga para acondicionarla.
Me miro al espejo y veo: un coche grande, con silla para bebe y cuentos.
Todo esto forma parte de mi diario, a veces con pequeñas alegrías y otras muchas con ganas de salir corriendo.
Pero esta es la vida que estoy construyendo, con sus orificios, sus ratitos de placer y sus ratitos para llorar.
He decidido mirarme desnuda, y plantar cara a lo que no me gusta, a lo que me hace daño. No estoy dispuesta a ser la chica para todo, se acabo. Los 40 estan en mi piel, en mis afectos y los 41 avisan entrada para Febrero.
No pertenezco a ningun bando, mi territorio a defender limita por el norte con la moto de Emi y por el sur con la adolescencia de Sofia. No tengo ni quiero mas parcelas.
No voy a por nadie, me gusta que la gente sea feliz.
Pero yo también quiero ser feliz, traducida esta a la tranquilidad. Por eso cuando maquillaje se difumina en la toallita de Loreal, cuando el camisón ocupa su sitio y extiendo mi cuerpo a lo largo de mi cama (de izquierda a derecha), cierro mis ojos, esperando que al día siguiente la realidad apriete menos y deje lugar para el respiro.
Aviso a navegantes: no voy a por nadie, no hago daño a nadie, pero no dejeis que entre en cólera ni cometais injusticias porque entonces cierro definitivamente mi parcela y ya somos menos los que estamos en ella.
Me miro al espejo, mi pelo se riza con el otoño, me gusta lo que veo, no mas arrugas, no mas ojeras...
Me miro al espejo me gusta lo que veo y a ti te gustará también si hablas mi idioma y partimos del corazón.