Viajes de Ida y vuelta?

María Aurora partió desde Cádiz en un barco italiano: Irpinia. La noche anterior en la casa donde había crecido, su abuela y ella pasaron la noche en vela contando las horas que quedaban para la partida. Meses antes Juana, había guardado en su bolsillo durante una semana una carta escrita por Antonio en la que le declaraba su amor con una petición: cásate conmigo. Juana sabía que era inevitable la partida de su única hija y con todo el amor y sacrificio de una madre se la entregó. Preparó su boda, por poderes, y luego su ajuar de novia. María bordó las sábanas de novia con las iniciales de los novios: Aurora y Antonio. Años después, su única hija utilizó esa sábana para cubrir el cuerpo desnudo de su padre, tal y como él lo había dispuesto.
Antonio había partido un año antes desde Barcelona. Hizo el viaje hasta Valencia en tren, para despedirse de sus hermanas y su hermano a los que no vería más. Después un barco de bandera portuguesa y la llegada al puerto de La Guaira.
Su hija nació en Caracas, y su padre le decía que la noche en que la que fue concebida la luna en la ciudad estaba llena. La niña mas hermosa del mundo, como le decía pero con una frente abultada por la prisa que tenía en salir. Antonio muchas veces, en la ventana que daba al Ávila le decía: cuando te vi por primera vez pensé: esta criatura viene de frente!!!!
Ayer un programa de TV erizaba mi piel: barcos cargados de ilusiones, sueños y esperanza partiendo hacia América. Suspiros en tierra, pañuelos blancos como señal de despedida y maletas atadas con cuerdas.
Cuando Genoveva decidió partir por amor, la casa de Doña Dolores Astorga se vistió de luto...
Años después, en un moderno aeropuerto con murales de Jesús Soto, ella cogía un vuelo rumbo a España. Maletas Sansonite, pasaportes en regla, algunos dolares, un gato siamés... Pero la misma despedida: ilusiones, sueños y esperanza y en tierra los pañuelos y los suspiros.