Táctica y Estrategia

12.01.2006

Annan y el SIDA: "Me siento inútil

Cuándo se dio cuenta por primera vez de lo serio que es el SIDA como enemigo?


Annan afirmó que la guerra contra el SIDA se está perdiendo.
Creo que fue en una discusión del tema con la Organización Mundial de Salud (OMS) y ONUSIDA, en que analizamos las estadísticas y la devastación que el mal está causando en muchos países africanos y la actitud de sus líderes respecto de la enfermedad.

Necesitábamos líderes en todos los niveles, pero sobre todo necesitábamos que los presidentes y primeros ministros hablaran del problema y eso no estaba sucediendo.

Y entonces pensé que teníamos que hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance para aumentar su conciencia e involucrarlos.

¿Y la visión que usted tiene del problema proviene sólo de conversaciones con líderes y funcionarios o ha estado en el terreno, hablando con las víctimas?

He estado con los que sufren.

De hecho, mi esposa y yo estuvimos en Lima la semana pasada y vivimos una dolorosa experiencia con un grupo de mujeres que se han unido para ayudar a víctimas del SIDA.

Con ellas había una pequeña de 9 años. El padre y la madre habían muerto de SIDA y ella quedó al cuidado de su abuela, que es analfabeta y no sabía qué hacer.

He visto situaciones similares en África donde he visitado pacientes con SIDA y pueblos en que sólo hay abuelas y nietos, porque los padres y las madres han muerto todos del mal.

Además, he perdido algunos amigos y a gente que trabaja en las Naciones Unidas y eso también golpea.

O sea que para mí el SIDA no son sólo números. Sé del dolor que causa y es francamente difícil cuando uno ve a alguien muriendo y sabe que en otros lugares del mundo existen fármacos que podrían salvarla. Pero ella no puede tenerlos porque es pobre y vive en un país pobre.

¿Cómo le explicas que en ciertas partes del planeta el SIDA es una enfermedad tratable, pero que para ella es una sentencia de muerte?

¿Y cómo se siente cuándo se enfrenta a gente que le pregunta por qué no puede tener acceso a los medicamentos que necesita?

Es extremadamente difícil y puedo decirle que yo he intentado realmente hacer algo.


Se siente como una injusticia, pero también como una crueldad increíble, que uno no habría esperado para el siglo 21

Kofi Annan
Quizás sabe que me he reunido en varias ocasiones con los directores de las siete compañías farmacéuticas más importantes para presionar por la reducción de precios de estos medicamentos.

Les he dicho que si bien yo respeto y apoyo la propiedad intelectual, es muy complicado no poder dar acceso a los fármacos a los países pobres y que hay que equilibrar las dos posturas.

Y han reducido algunos precios. Y en el caso del Nevirapine en algunos países lo están entregando gratis.

Ese es el medicamento para evitar la transmisión del virus de madre a hijo, que se da a mujeres embarazadas.

Exactamente. Y para mí es la forma más cruel de transmisión. En eso los gobiernos se están comprometiendo. Pero hay otros casos en que no se puede prestar una asistencia inmediata.

¿Y eso le causa rabia?

Me siento enojado, me siento afligido, me siento inútil y también siento que viviendo en un mundo que tiene los medios y los recursos para ayudar a todos esos pacientes, lo que falta es voluntad política.

Tenemos que continuar con los esfuerzos para movilizar a la sociedad y a sus líderes. Ellos deben hablar contra la discriminación y el estigma del mal.

También hacen falta más recursos. Nosotros estimamos que en el 2005 se necesitarán US$10 mil millones anuales para combatir la enfermedad.

Y en estos días, yo estoy tratando de asegurar que durante los próximos cinco años el Fondo Global contra el SIDA reciba US$3 mil millones anuales. Pero se necesita mucho más.

Y están muy lejos de conseguirlo. ¿Siente esto como un fracaso personal?

Como un fracaso mío y una insensibilidad de quienes tienen poder y recursos. Y yo estoy conversando con ellos, los estoy presionando.

Me he reunido con senadores y otros políticos. He conversado con el mismo presidente Bush, buscando que aumente su nivel de contribución al Fondo Global, que ya ha financiado programas en 93 países, los cuales por supuesto necesitan más apoyo.

Si no logramos rellenar ese fondo, creo que tendría que haber una dura crítica a los líderes del mundo del hoy.

Y esa crítica, ¿estaría basada en cuestiones humanitarias o existe también el argumento del interés propio?


El SIDA ha dejado a millones de niños huérfanos en África.
Ambos. Por una parte, está el asunto humanitario y moral y por otra el del interés de cada país. Es un problema de seguridad.

Lo que quiero decir es que en algunos de estos países, sobre todo si se piensa en los del sur de África, el SIDA se ha llevado no sólo el presente, sino también el futuro.

¿Y qué pasa con el liderazgo? ¿Por qué no es efectivo?

Algunos líderes se niegan a hablar del tema por creencias culturales.

Yo recuerdo una situación en que un líder africano -que prefiero no nombrar- iba a leer un discurso que le habían escrito sus asesores.

En él debía alentar a los jóvenes a usar condones para protegerse a sí mismos.

Y él dijo que no podía utilizar la palabra condón: "Yo soy el padre de la Nación. No me pueden pedir que anime a la juventud a ser promiscua".

Es una situación muy compleja, porque muchas de las víctimas del SIDA pertenecen a grupos marginados. Si sus gobiernos no hablan por ellos, ¿quién lo hace?

Esa es la verdadera prueba y la razón por la cual yo hablo del tema cada vez que puedo y he hecho de este problema una prioridad personal.

Yo he luchado para que el SIDA sea prioritario entre las agencias de las Naciones Unidas.

Pero creo que también necesitamos el apoyo de la sociedad civil.

Y en ese sentido, las organizaciones no gubernamentales han sido socias muy efectivas y activas y han presionado a los gobiernos para que cumplan con sus obligaciones.

¿Cree que está ganando esta guerra?

Me gustaría pensar que sí, pero sé que no es verdad. No estoy ganando la guerra, porque los líderes del mundo no están lo suficientemente comprometidos.

Yo también apelo a las sociedades y comunidades del todo el mundo. No pueden dejar todo a sus dirigentes.

Y como un africano que ve a tanta gente morir en su continente, ¿no lo siente como una injusticia?

Es peor que eso. Se siente como una injusticia, pero también como una crueldad increíble, que uno no habría esperado para el siglo 21.

¿Y cómo nos juzgará la historia por eso que usted llama una crueldad increíble?

Duramente, muy duramente. Y no creo que tengamos ninguna defensa.